ARTEMISA
Tres
estrellas negras, en
un mar de
rubios visones, Dos ojazos
y un hociquillo
siempre húmedo.
Cuatro finas
patitas, calzadas de
blancos mitones
y un
vendaval de rizos
terminados en interrogación.
Un
mudo suspiro, lleno
de buenas intenciones,
de
los cielos prudente
mensajero.
Fiel
entre las masas
de infieles,
noble
en el mundo
de los crueles.
Cuando mis
dedos se pierden
entre
tus múltiples pezones
mi casta Artemisa canina,
se
llena tu mundo
de ilusiones.
Siempre estas,
aunque no te
llame,
y
vienes tan sólo
con que te
mire.
Siendo tu
refugio mi perfume
y
tus besos mi
paz.
Incansable juguetona
de ágiles reflejos,
que
sabes elegir con precisión,
el
mejor de los
muñecos
para
cada situación.
Sabe
perfectamente discernir
entre
mi cariño y
el de mi
hijo.
A
él lo mordisqueas, sin herir,
a
mi si te riño, me haces reír.
Gracias mi
casta y pequeña Artemisa,
gracias por
tu amor y
tu fidelidad.
Por
haber hecho brotar
nuestra sonrisa,
y
por haber realzado
nuestra bondad.
ENRIQUE NUÑEZ
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