GOLFA
He obligado a correr veloz el tiempo, para arrebatarle el temblor a mi cuerpo.
Me he arrancado a zarpazos las lágrimas para poder hilvanar loas a tu recuerdo.
El manto de sangre que aquella noche, cubrió las desoladas y tristes tierras,
manó de las más nobles venas
abiertas por cristales, disfrazados de estrellas.
Tú, emula casta de la diosa Diana,
fuiste devorada, ya muerta, en cruel ofrenda,
por los ciegos vengadores de diosas funestas.
Tú, incansable olfateadora de lunas llenas,
que jugabas con las sombras del sol
iluminando los corazones con esperanzas buenas, sucumbiste entre chatarras de la civilización.
¡Mira, que ponerte el nombre “Golfa”
cuando eras la más sibarita dama,
que escogías con refinamiento amistades
y dabas tu cariño con taza!
Claro que… en la calle encontrada
y con ese cuerpo de escasas lanas…
Pero tus ojos ¡Dios mío!, hablaban.
Gritaban de milenios y milenios con alma!
Quiero que sepáis los moradores de allí,
que no quiero un cielo sin tu presencia.
¡Que para vivir tu recuerdo nos basta!
¡Que para morir el sentirte nos salva ¡
ENRIQUE NUÑEZ
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